DÍA HISTÓRICO, 28 DICIEMBRE 1924, ABRIERON SUS PUERTAS A TODOS.
PREÁMBULO.
La Intendencia, después de aceptar el legado, el 3 de agosto de 1923, decidió transformar la condición de Quinta de huertos, a su nuevo propósito de parque público, abierto a todos.
Se decidió, entre otras cosas, ensanchar algunos caminos para adaptar el uso de tránsito de vehículos que circulaban de ida y vuelta.
En esa transformación su mayor empeño consistió, en construir un puente de cemento en doble vía. El puente original, simple, de madera dura, resultaba angosto para el propósito de tránsito automovilístico.
“FAUX BOIS” EN EL PARQUE.
Los paisajistas de la Intendencia de ese entonces, decidieron, quizás para morigerar el impacto del nuevo puente, ancho sólido y rotundo, integrar en sus barandas de hormigón, la gracia de vegetales inventados. Sin saberlo, se rindieron a la poesía que los rodeaba, silenciosa y viva.
En esa época se apreciaba el arte “Faux Bois”, -falsa madera, falso bosque- en francés. Originada en Francia, su influencia fue replicada en otros parques europeos en 1900. Una época que coincide con los orígenes del Parque, (1898- 1904), inspirado en paisajes de romanticismo puro.
Un arte de la “Belle Epoque” que inventaba árboles doblados en la flexibilidad del hierro recubierto de cemento fresco como un lienzo de pintura al óleo.
Allí se dibujaban troncos, curvados, cortezas rugosas y otras figuras imaginadas.
Un reino vegetal, incorrupto, retratado para siempre en mampostería pura.
EL ESCULTOR MOLINS 1924.
La historia no escrita pero la mejor contada en sentimientos, nos dice que el señor Molins, cuyo nombre desconocemos y pedimos ayuda en lograrlo, fue contratado por la Intendencia en ese año dedicado a la “transformación”. 1923 -1924.
Molins construyó la baranda del puente inspirado en la ilusión vegetal del “Faux Bois” y agregó también, pequeños seres diminutos que habitan en los troncos en la vida real viva del bosque.
Molins no firmó su obra pero signó la fecha del punto final en caligrafía manuscrita: “8 de agosto 1924“.
El Parque también debe a Molins la magnífica escalinata de “La Glorieta” y sus añorados bancos perdidos.
Los hitos del Parque, también llevaban su impronta: el “Rincón de los Poetas”, el solaz, bajo el molino, de la Casa de Piedra.
En esos lugares Molins había construido bancos señoriales de respaldos altos, con posa brazos como ramas, que invitaban a una pausa, un descanso en el sublime sueño de un árbol. Lamentamos que esos bancos no siguieron la perennidad poética ofrecida por el escultor. Un vacío, un olvido que perdura en el paisaje.
LA RECUPERACIÓN. ESCULTOR ALBERTO ALBERNAZ. AÑO 2020.
En un mal momento las barandas del Puente colapsaron. Una desdicha grave para la historia del Parque. Sin embargo, apareció una gran fortuna, alguien había aprendido la sabiduría de transformar la dureza del cemento en la semblanza de un árbol. Albernaz, en sus juegos infantiles, había percibido el poder del arte de la ilusión y en una demostración de talento, trabajo y amor por el Parque, realizó la hazaña imposible. Recuperar la memoria de Molins atada al arte del “Faux Bois“.
El Parque sigue vivo y recibe la ilusión feliz de la esperanza, la gracia de la belleza incorrupta que nos da la percepción del infinito. Los árboles vivos se miran en otros petrificados que los certifica para siempre.

Invitación del Concejo de A. Departamental, a la inauguración del Parque Benito Solari. 28 diciembre 1924..

Puente del Lago.

Baranda original, construida por Molins. 1924.







